Friday, October 24, 2025
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Tradiciones Neandertales: Cuando los Celos se Vuelven Virtud


por Vesti Bakú

Axmaqdır da, nə deyəsən? Pero tras esa tontería hay sangre, huérfanos y el silencio de una sociedad que aún no se atreve a llamar al mal por su nombre.

Esta semana, en la región de Tovuz, ocurrió otra tragedia familiar — símbolo de una enfermedad mucho más profunda. Sabuhi Haji-zadeh, de 32 años, que había regresado de Alemania, apuñaló y mató a su esposa, Metanet Haji-zadeh, de 29 años, madre de tres hijos.

Luego grabó un video confesando el asesinato “por celos”, mostrando el cuchillo ensangrentado y diciendo que no temía a la cárcel, pero que “ya no quería vivir”. Después se suicidó. Tres niños quedaron huérfanos.

Y en lugar de horror — cientos de comentarios apoyando al asesino: “No soportó la vergüenza”, “un verdadero hombre no habría hecho otra cosa”, “ella lo provocó”.

Esta es la segunda, y más terrible, parte del crimen.

El culto al hombre herido

La sociedad azerbaiyana aún vive bajo la ley de la propiedad: la mujer no es una persona, sino un “honor”, un “territorio”, un “espejo del orgullo masculino”.

Y si en ese espejo aparece una grieta, el hombre cree tener derecho a destruirlo todo.

Confundimos los celos con el amor, el control con el cuidado, la violencia con la valentía.

Sabuhi no era un monstruo salido de la nada. Era producto de un entorno donde el orgullo pesa más que la conciencia. Donde se enseña que perder la cara es peor que perder el alma.

“¿Qué dirá la gente?”

Desde niños se les enseña a los hombres esta regla. El miedo al juicio social ha destruido más destinos que la pobreza o la enfermedad. Obliga a matar para salvar una “reputación”.

Ni siquiera viviendo en Europa se liberó Sabuhi de ese miedo. Regresó de Alemania no como un hombre, sino como prisionero de las tradiciones neandertales.

La civilización no está en el pasaporte, sino en la conciencia. Puedes vivir años en Berlín y seguir siendo esclavo de la cueva.

Una sociedad que aplaude

Lo peor es que nadie lo condenó.
El video del asesino circuló por las redes sociales, y cientos lo vieron no como una confesión de crimen, sino como el testamento de un mártir.
Cada comentario fue un ladrillo más en el muro de futuras tragedias.

Cuando al asesino se le llama “víctima”, otros entienden el mensaje: “Si matas por honor, te comprenderán.”

Tres huérfanos y nuestra conciencia

En Tovuz viven ahora tres niños que han perdido a su madre y a su padre. Crecerán en una sociedad que los compadece y repite las mismas palabras que mataron a sus padres.

Creemos que el honor masculino se mide por el número de ofensas perdonadas.
Pero mientras se mida por la sangre derramada, seguiremos en la edad de piedra.

Hasta que todo cambie

Mientras el rumor pese más que la conciencia y la reputación sea más fuerte que la compasión — estas tragedias seguirán repitiéndose.
Enterraremos mujeres y lo llamaremos tradición.

Cuando vuelva la conciencia

Quizás un día dejemos de confundir el amor con la posesión, la fuerza con la violencia, los celos con la virtud.
Entonces terminará la era de los neandertales — y comenzará la humanidad.

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